Aparece en escena con el porte enjuto y la expresión melancólica. Toma su guitarra y se apresta a dibujar el infinito con las alas del verso encabalgado a la noche. Todavía canta "Al alba" y logra que elauditorio se estremezca. Huye de la artificiosidad y elige la cancióncomo forma suprema de conocerse a sí mismo, de cavilar y de alcanzarla belleza. También pinta, hace cine y escribe poemas. Se trata deLuis Eduardo Aute, viajero exquisito de las palabras, cantautor en laacepción más enriquecida de un término que algunos siguen cargando deprejuicios. Con Serrat y Sabina hay quien dice que viene a completaruna especie de trinidad de la canción de autor en España. Sudiscografía revela la fuerza de su personalidad lírica y esa fuerzasobresale ya en los primeros discos, en obras tan redondas como Rito o Espuma que anteceden al periodo más público del artista, en la década de los años ochenta, lejanas ya las reticencias del creador tímido eintimista que rehuía de los escenarios. Este relato comienza enManila, un 13 de septiembre de 1943, y termina hace unas horas cuandoAute se apresta a celebrar sus 50 años en el mundo de la música.