Seiobo, una deidad japonesa que tiene en su jardín un melocotonero que florece cada trescientos años y cuyo fruto da la inmortalidad, decide volver a la Tierra en busca de un atisbo de perfección: la belleza,por fugaz que sea, revela lo sagrado, que a menudo apenas somoscapaces de soportar. En su viaje, Seiobo explora el Japón que perpetúa algunos rituales desde hace siglos, contempla la pintura en la Rusiamedieval o en la Italia del Renacimiento, escucha la música delBarroco y sobrevuela la Acrópolis de Grecia, la Alhambra de Granada ola Pedrera de Barcelona. Una obra melancólica y turbadora en la queKrasznahorkai indaga en el extraordinario consuelo de la belleza y nos ofrece su singular perspectiva de la inmanencia.