«Me gustaría acordarme de cada una de mis caminatas y de todas lasventanas a las que me he ido asomando en Manhattan?» Con estepropósito, Antonio Muñoz Molina en primera persona, escritor ypersonaje a un tiempo, visita en estas páginas los rincones máspersonales de Nueva York. Se convierte así en observador cómplice deuna realidad próxima a la ficción que configura nuestro imaginariovital y cultural. Fruto de sus prolongadas estancias a lo largo devarios años, este libro es un canto apasionado a la ciudad decontrastes por antonomasia.
Nueva York esconde tantas caras como ventanas exhibe: las de losdecorados de los musicales de Broadway, las de los edificiosiluminados del otro lado de Central Park, las que cayeron con lasTorres Gemelas aquel 11 de septiembre, las tachadas con tablones en el reverso sombrío del Bronx o de Harlem. La ventana es el marco de unapintura de Hopper, una acuarela de Katz, la presencia ausente en unapelícula de Hitchcock o la literatura de Cheever, el eco del jazz deDuke Ellington o John Coltrane.
Como Ardor guerrero y Sefarad, este libro participa a la vez de lanovela y del relato de hechos reales: lo que predomina en él es, poruna parte, la naturaleza envolvente de un estilo tan sugerente y untimbre de voz tan personal como los que han venido caracterizando alautor desde sus inicios, llevados aquí a una desplegada y soberanamadurez, y, por otra parte, una actitud ética y estética ante lapesadilla y maravilla de la gran ciudad que, en la línea del Lorca dePoeta en Nueva York, construye con material verídico una alucinación y una compleja fábula moral.