«Tomemos lealmente el Mundo, tal como hoy día se nos presenta a la luz de nuestra razón: no el Mundo de hace cuatro mil años, encerrado ensus ocho o nueve esferas, para el que se ha escrito la teología denuestros manuales, sino el Universo que vemos emerger orgánicamente de un tiempo y un espacio ilimitados. Despleguemos ante nosotros estainmensidad profunda. Y tratemos de entender cómo habrá que modificarlos contornos visibles de Cristo para que su figura siga ahora como en otro tiempo invadiéndolo todo, victoriosamente. Este nuevo Cristo (yno la figura anticuada que tal vez hubiéramos deseado conservarartificialmente) es quien va a ser el antiguo y el verdadero Jesús. Sí que le reconoceremos en este signo de una presencia universal»(Pierre Teilhard de Chardin).