«Un mundo abrumado por su propia naturaleza, visto a través de lasmetáforas del agua, surge ante nosotros en este ensayo deslumbranteque recorre la tradición literaria de todo un continente», asíjustificaba su fallo el jurado del III Premio Iberoamericano de Ensayo Debate-Casa de América. En efecto, La isla de las tribus perdidas esuna elegante narración que sigue la estela de Ulises y retoma losmotivos clásicos del naufragio, la tempestad, el barco o la isla, para contar cómo Latinoamérica se convierte sin quererlo en el reverso deOccidente. Una bella inmersión en las fuentes literarias americanasdonde Gabriel García Márquez, Julio Cortázar, Jorge Luis Borges,Carlos Fuentes, Juan Carlos Onetti o Alejo Carpentier son las aguas en que se refleja la relación conflictiva de un continente con el mar,pues tanto le duele el mar a América Latina que decidió vivir deespaldas a él.
«América Latina y el mar crecieron juntos pero contrapuestos. Esteinmenso territorio del Extremo Occidente acabó de nacer con laviolenta conjunción de grandes navegantes en decadencia y comunidadesprehispánicas aferradas a tierra firme, desavenidas secularmente conlas aguas. El parto americano fue apurado por europeos que seperdieron, naufragaron y desmantelaron sus naves, belicososconquistadores que se llevaron en barcos a sus cautivos paradevolverles después a otros reos no menos felices. De España yPortugal desembarcaron enjundiosos marineros que no tardarían enpadecer ellos mismos la derrota de su gran imperio naval: su quimerade armadas invencibles desarboladas por piratas ingleses, corsariosargelinos o armadas turquescas. Desde el navegante ibérico hasta elesclavo africano, entre el comerciante chino y el fugitivo de guerraso hambrunas europeas, América Latina recibió del mar su sangre, y conella le surgió también una secular hostilidad oceánica.»
Casa de América y Debate