En 2005, Ignacio Padilla inició con El diablo y Cervantes suirreverente escrutinio de las aguas y las ásperas selvas delpensamiento religioso del autor del Quijote. Entonces pretextó lademonología para deslindar las dudas y las certezas del hombre, ahorahace lo propio desde la infernología. Diablo e infierno quedan enestas páginas como prueba incontestable de que la imaginaciónliteraria puede convertir nuestros deseos en temores, y que estos,reunidos en la odisea de la lectura, son la vía más eficaz con quecontamos para descifrarnos.