Quizás ha llegado el momento de detenerse y aprender a ver de nuevo el mundo. O lo que queda de él y de una realidad que se disuelve antenuestros ojos, dominados como estamos por el imperio de la técnica,siempre ávidos de novedades, sometidos a una prisa constante, ahítosde información pero faltos de sabiduría? Mèlich propone una aperturaresuelta a la complejidad y ambivalencia del mundo, también a susaspectos sombríos y dolorosos. Porque urge rescatar un sentido, frágil y precario ante el desvalimiento de nuestra naturaleza y lahostilidad del tiempo presente.
Quizás ha llegado el momento de detenerse y aprender a ver de nuevo el mundo. O lo que queda de él y de una realidad que se disuelve antenuestros ojos, dominados como estamos por el imperio de la técnica,siempre ávidos de novedades, sometidos a una prisa constante, ahítosde información pero faltos de sabiduría? Mèlich propone una aperturaresuelta a la complejidad y ambivalencia del mundo, también a susaspectos sombríos y dolorosos. Porque urge rescatar un sentido, frágil y precario ante el desvalimiento de nuestra naturaleza y lahostilidad del tiempo presente.