La España visigoda se nos solía presentar como la prefiguración de una monarquía unificada en que Iglesia y Estado colaboraron para crearuna sociedad ordenada y estable. La ruptura con esa tradiciónfosilizada nos permite mirar hoy con nuevos ojos a una época que Roger Collins nos invita a reconsiderar, sobre la base de las nuevasaportaciones realizadas por la investigación histórica y arqueológica. El cuadro tradicional queda aquí transformado en la imagen de unasociedad en que una pequeña aristocracia militar dominaba una ampliapoblación civil que no sólo no se integró con ella, sino que vio conla mayor indiferencia su derrota a manos de un puñado de invasores del otro lado del estrecho.