Se ha dicho que el anarquismo representa una idea exagerada delibertad, el sueño de un mundo igualitario, liberado de toda forma depoder y coacción. Una utopía quizá, pero una bella utopía. Sinembargo, la historia real del anarquismo ha estado ligada a lapráctica de una forma extrema de coacción: la violencia, a vecesindiscriminada, contra las personas. En La daga y la dinamita, suautor explora cómo algunos anarquistas dedujeron del principio de lalibertad la legitimidad de los atentados y con ello se convirtieron en pioneros de ese tipo de violencia que hoy llamamos terrorismo y quesin duda es uno de los rasgos más insidiosos y preocupantes de lasociedad contemporánea.Una apasionante mirada al anarquismo y lasraíces del terrorismo actual.