GONZÁLEZ ROMERO, JOSÉ FERNANDO
La plaza de Alfonso II, a los pies de San Salvador, fue el corazónurbano de Oviedo durante una gran parte de su historia. Lo que era unespacio trepidante de vida se convirtió en un marco vacío que acogiólo que hoy son solo microcosmos fantasmas: la urbs prerrománica,levantada por los reyes asturianos sobre un poblamiento anterior, elentramado medieval, testigo de la titánica lucha del templocatedralicio para poder avanzar entre un angosto caserío, una ciudadde mercado en torno a su plazuela y un escenario renovado al serviciode la burguesía finisecular.En la corte de Oviedo nació el Camino de Santiago. Susperegrinaciones, unidas al culto de las reliquias más prestigiosas dela Península, en un camino de vuelta, animaron las calles de la urbecon el bullir de unas gentes procedentes de los más apartados lugares, contribuyeron al prestigio de sus gremios, cofradías y mercados,fortaleciendo su economía, e impulsaron la cultura, contrarrestando el relativo aislamiento de la región con iniciativas como la elevaciónde su altiva flecha calada, una obra maestra absoluta del góticoalemán.En aras de una falsa modernidad, a la que se unieron la revolución yla guerra con sus destrucciones apocalípticas, además del desarrolloeconómico, a veces todavía más dañino, muy poco quedó de todo aquello. Su reconstrucción virtual solo podemos hacerla partiendo de loconocido y seguro, más o menos documentado, hasta lo desconocido ehipotético. Como en la perspectiva de un cuadro, el primer plano esmucho más detallado que el segundo, un tanto más borroso, pero en elque aún podemos percibir detalles, para permanecer el tercero en eldominio ya de la imaginación.Para los siglos xix y xx disponemos, entre otras fuentes, de lasinapreciables fotografías antiguas, con sus imágenes de un mundo quepericlitó, y los extraordinarios planos que con tanto mimo seconservan en el Archivo Municipal de Oviedo. Para la ciudadbajomedieval y de mercado existen excelentes monografías y artículosespecializados fruto del denodado esfuerzo de numerososinvestigadores. Para épocas anteriores, debemos conformarnos con losescasos restos conservados, los datos de unas crónicas muy posteriores a los hechos y las reconstrucciones arqueológicas.