Más allá de su obligada brevedad y de su vocación por las hondurasconceptuales, «los aforismos musculan una parte distinta de laanatomía del pensamiento». En ellos, Marzal arroja luz sobre larealidad mediante destellos de inteligencia y de poesía, pues sonresultado de la reflexión, de la experiencia vital y de todo lo que en poesía no es cuestión de oficio. Allí donde la lógica no puedeexplicar nada, o donde la paradoja nos frena, el pensamientoaforístico arroja su verdad, sin más pretensiones que la de sercertera y lúcida: «Si no parece haber desentrañado un misterio, no esaforismo».