La creación, en el año2000, de una academia de la lengua en Canarias,para normalizar (en el sentido de æreconocer la normalidadÆ, no en elsentido de ædictar normasÆ) la tradicionalmente cuestionada variedadlingüística del español hablado en las islas, levantó una reciatormenta ideológica tanto en el ámbito de la comunidad autónomacanaria como en ciertos círculos del resto del España, por razonesevidentes. En primer lugar, por lo que suponía de reivindicación de la legitimidad de las hablas regionales, tradicionalmente consideradasun peligro para la unidad del idioma. En segundo lugar, porque muchospensaron que la nueva institución se creaba con la aviesa intención de cuestionar el monopolio lingüístico de la RAE. Y, en tercer lugar,por lo que implicaba de rebelión contra el planteamiento políticooficial de que solo los pueblos con Estado pueden tener academia de la lengua propia. Como era lógico, esta nueva forma de entender ygestionar los asuntos del idioma puso en pie de guerra a las fuerzasmás conservadoras o tradicionales de la lengua española, que atacaronde forma feroz el proyecto, acusán
La creación, en el año2000, de una academia de la lengua en Canarias,para normalizar (en el sentido de æreconocer la normalidadÆ, no en elsentido de ædictar normasÆ) la tradicionalmente cuestionada variedadlingüística del español hablado en las islas, levantó una reciatormenta ideológica tanto en el ámbito de la comunidad autónomacanaria como en ciertos círculos del resto del España, por razonesevidentes. En primer lugar, por lo que suponía de reivindicación de la legitimidad de las hablas regionales, tradicionalmente consideradasun peligro para la unidad del idioma. En segundo lugar, porque muchospensaron que la nueva institución se creaba con la aviesa intención de cuestionar el monopolio lingüístico de la RAE. Y, en tercer lugar,por lo que implicaba de rebelión contra el planteamiento políticooficial de que solo los pueblos con Estado pueden tener academia de la lengua propia. Como era lógico, esta nueva forma de entender ygestionar los asuntos del idioma puso en pie de guerra a las fuerzasmás conservadoras o tradicionales de la lengua española, que atacaronde forma feroz el proyecto, acusán