Este libro pone de relieve la importancia de la relación entre elhacer, el decir, el pensar y el sentir como maestros, de losparadigmas que sustentan nuestras prácticas (para lo que propone unarevisión del hacer individual y colectivo), así como de las creencias, las corrientes ideológicas y los modelos pedagógicos que influenciannuestro día a día. La autora nos ofrece tanto elementos de reflexión como materiales detrabajo. Nos habla del concepto de infancia, de sus tiempos y momentos para el aprendizaje, de sus procesos de autonomía y de relación ycomunicación.Tomando la imagen de infancia como punto de partida, la autora nospropone un conjunto de principios educativos como propuesta base paraestructurar e intervenir en el espacio ambiente.Nos habla de la belleza, de la estética y de la habitabilidad delespacio, y de este como escenario que habla, que acoge y conforta, que permite, que provoca..., de la escuela como lugar hermoso y amable,como espacio que invita, que da sentido y presencia a la vidacotidiana, que viste su ambiente desde la necesaria diversidad demateriales de distinta procedencia. Y nos muestra la relación entreinfancia y adultos como oportunidad de encuentro y de asombro para eldescubrimiento y el conocimiento mutuos.
Este libro pone de relieve la importancia de la relación entre el hacer, el decir, el pensar y el sentir como maestros, de los paradigmas que sustentan nuestras prácticas (para lo que propone una revisión del hacer individual y colectivo), así como de las creencias, las corrientes ideológicas y los modelos pedagógicos que influencian nuestro día a día.
La autora nos ofrece tanto elementos de reflexión como materiales de trabajo. Nos habla del concepto de infancia, de sus tiempos y momentos para el aprendizaje, de sus procesos de autonomía y de relación y comunicación.
Tomando la imagen de infancia como punto de partida, la autora nos propone un conjunto de principios educativos como propuesta base para estructurar e intervenir en el espacio ambiente.
Nos habla de la belleza, de la estética y de la habitabilidad del espacio, y de este como escenario que habla, que acoge y conforta, que permite, que provoca..., de la escuela como lugar hermoso y amable, como espacio que invita, que da sentido y presencia a la vida cotidiana, que viste su ambiente desde la necesaria diversidad de materiales de distinta procedencia. Y nos muestra la relación entre infancia y adultos como oportunidad de encuentro y de asombro para el descubrimiento y el conocimiento mutuos.