Un verano en que se siente perdido y sin fuerzas, el protagonista deeste ?cuaderno de montaña? decide abandonar la ciudad donde nació y se instala a dos mil metros de altura, en un paraje próximo a aquel enque pasaba, de niño, las vacaciones con sus padres. Busca un lugar que le permita ser feliz y, como atesora recuerdos de largas semanas delibertad que transcurrían sin normas ni quien las dictara, sueña conrecuperar las experiencias de su infancia. Pero ahora está solo. Y enesa soledad, en la que sin embargo, poco a poco, afloran presenciasimprevistas, como los animales que pueblan la montaña y también dosvecinos con los que traba relación, deberá ajustar cuentas consigomismo. El muchacho ocupa parte de su tiempo leyendo, y en los librosde Rigoni Stern, Primo Levi, Thoreau, Antonia Pozzi, encuentra conquien conversar. Pero la literatura no se convierte en un refugiocontra la naturaleza hostil ni en un antídoto contra los excesos de la civilización, sino en un impulso para desarrollar un punto de vistapropio, nada ingenuo ni complaciente.