CRISTO CON UN FUSIL AL HOMBRO

CRISTO CON UN FUSIL AL HOMBRO

$23.742
IVA incluido
Sujeto Disponibilidad de Proveedor
Editorial:
(207) ANAGRAMA
Año de edición:
Temática
Prosa
ISBN:
978-84-339-7744-1
Páginas:
208
Encuadernación:
Rústica
Idioma:
Castellano
Dimensiones:
205x135
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La contraportada de la primera edición polaca de Cristo con un fusilal hombro (1975) exhibía el siguiente texto, escrito por el propioautor: «Poco después de la muerte del Che Guevara, el pintorrevo¡lucionario argentino Carlos Alonso pintó un cuadro queinmediatamente se hizo famoso en toda América Latina y que,multiplicado en miles de copias, apareció en forma de cartel en losmuros de La Habana y de Caracas, en las aulas universitarias de Lima y de Santiago de Chile, en las viviendas de los obreros brasileños y en las chozas de los campesinos mexicanos. Alonso había pintado unafigura de Cristo con un fusil al hombro, figura que, por su aspecto ysu atuendo, recordaba la de un guerrillero, fuera éste cubano,boliviano o colombiano. En los países de las dictaduras militares, lapolicía arrancaba el cartel de los muros, en Paraguay dieron con sushuesos en la cárcel los estudiantes que habían aprovechado la nochepara pegarlo en las calles de Asunción. El cuadro de Alonso se haconvertido desde entonces en el símbolo artístico del luchador, delguerrillero, del hombre que, arma en mano y en las peores condiciones, combate la violencia y la arbitrariedad en su lucha por un mundodiferente, justo y bueno con todos los seres humanos.» Aunque no fueel Che sino el sacerdote Camilo Torres (cuya foto figura en la portada de este libro), abatido a tiros arma en mano, quien había hecho deprototipo de la figura de Cristo con un fusil. Sin embargo, sólo lamuerte del Che, en vísperas de la revuelta del 68 y en un mundoinmerso en la Guerra Fría, dio comienzo a la leyenda que inspiró a los jóvenes rebeldes de los países del Sur, que se desangraban bajo laférula de unos regímenes tan genocidas como impunes. Precisamente aquienes se dejaron la piel luchando por la libertad de sus países -enOriente Medio, en América Latina, en Mozambique-, están dedicados esos reportajes.

La contraportada de la primera edición polaca de Cristo con un fusilal hombro (1975) exhibía el siguiente texto, escrito por el propioautor: «Poco después de la muerte del Che Guevara, el pintorrevo­lucionario argentino Carlos Alonso pintó un cuadro queinmediatamente se hizo famoso en toda América Latina y que,multiplicado en miles de copias, apareció en forma de cartel en losmuros de La Habana y de Caracas, en las aulas universitarias de Lima y de Santiago de Chile, en las viviendas de los obreros brasileños y en las chozas de los campesinos mexicanos. Alonso había pintado unafigura de Cristo con un fusil al hombro, figura que, por su aspecto ysu atuendo, recordaba la de un guerrillero, fuera éste cubano,boliviano o colombiano. En los países de las dictaduras militares, lapolicía arrancaba el cartel de los muros, en Paraguay dieron con sushuesos en la cárcel los estudiantes que habían aprovechado la nochepara pegarlo en las calles de Asunción. El cuadro de Alonso se haconvertido desde entonces en el símbolo artístico del luchador, delguerrillero, del hombre que, arma en mano y en las peores condiciones, combate la violencia y la arbitrariedad en su lucha por un mundodiferente, justo y bueno con todos los seres humanos.» Aunque no fueel Che sino el sacerdote Camilo Torres (cuya foto figura en la portada de este libro), abatido a tiros arma en mano, quien había hecho deprototipo de la figura de Cristo con un fusil. Sin embargo, sólo lamuerte del Che, en vísperas de la revuelta del 68 y en un mundoinmerso en la Guerra Fría, dio comienzo a la leyenda que inspiró a los jóvenes rebeldes de los países del Sur, que se desangraban bajo laférula de unos regímenes tan genocidas como impunes. Precisamente aquienes se dejaron la piel luchando por la libertad de sus países -enOriente Medio, en América Latina, en Mozambique-, están dedicados esos reportajes.

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