A veces la gracia consiste en no saber, en dejarse confundir porelaboraciones mentirosas que, a su manera, consignen lo real. Percival Everett, autor de una veintena de libros inexplicable ymilagrosamente inéditos en español hasta ahora, ha escrito una novelanarrada por Thelonious «Monk» Ellison, novela, que no autobiografíaencubierta, por más que Ellison, al igual que Everett, sea unacadémico con sentido del humor, aficionado a la pesca con mosca,novelista experimental y negro. Aunque no lo bastante negro. Prueba de ello es que la crítica, siempre tan perspicaz, no encuentra elvínculo entre la reescritura de Los Persas de Esquilo que Monk hafirmado y la auténtica experiencia afroamericana sobre la que sesupone debería escribir.Entretanto, la escritora Juanita Mae Jenkins se hace millonaria conuna novelita (inspirada por los dos días que pasó con unos familiarespobres) tan realista como el estereotipo de la miseria y la negrituddel que Monk huye con horror, pero que, tras recibir diecisiete cartas rechazando su último manuscrito, acaba satirizando. Claro que labuena (mala) conciencia de la industria editorial a veces no entiendede ironías. No hablemos ya de los lectores, la televisión o laacademia, porque en esta (anti)novela, que llamamos así por ladificultad de recrear la incertidumbre y el asombro, no queda títerecon cabeza.Cambie de país, sustituya a los negros por el colectivo de turno yverá que América no queda tan lejos. Sin embargo, las comparacionesson sobre todo inútiles, y X no trata de la raza, el género, laconstrucción de la identidad y la familia, a la que a veces uno noconoce hasta que la pierde, sino que da cuenta, convertida en supropia metáfora, de lo que un artista puede conseguir a pesar de lacultura en la que se inscribe. Contra ella.