«Hay muchas personas que parecen creer que lo que les pasa por lamente es una especie de película, la repetición de cosas que ya hansucedido, o de cosas que tal vez sucedan en el futuro. Y si bien esposible que algunos vean películas en su cabeza, la mayoría desecuencias que acuden a mi mente se parecen más a dibujos animados,tiras cómicas o cuadros surrealistas. A menudo los sonidos de unaretransmisión ecuestre me traen a la mente imágenes de lo que veíadurante los primeros años en que oí esos mismos sonidos. Me refiero alos años que van de 1944 a 1948, cuando vivía en una casita de maderaen Neale Street, en Bendigo.» En estas memorias únicas y fascinantes,Gerald Murnane cuenta su historia a través de una obsesión: lascarreras de caballos. A pesar de no haber montado nunca a caballo nihaber visto una carrera, de niño no podía dejar de mirar las fotos delas carreras en los periódicos y le hechizaban tanto los colores delos uniformes como los nombres de los caballos que oía en la radio.Murnane descubrió en las carreras algo que no le ofrecían ámbitos como el de la religión o la filosofía: la puerta de entrada al mundo de la imaginación.´