«íDios, que buen vasallo si hubiese un gran señor!» exclama el célebre verso del ´Cantar de Mio Cid´ cuando Rodrigo Díaz de Vivar partehacia el destierro. Muchos oirán en esas palabras el eco de un mundoarcaico, pero ¿es sólo un eco lejano? En efecto, todos, desde elprimer gorila hasta el último mono, somos hoy ciudadanos asimilados en derechos. No obstante, con frecuencia el rumor del pasado se hacepresente como estruendo, y muchos próceres nuevos alzan la voz parareclamar la distinción que les pertenece. Las categorías sociales setransmutan en veredictos morales, la cultura (o el credo) legitima ladialéctica del amo y el esclavo. Quizá, como afirma Campaña, los amos«nunca se fueron». Esta obra abre un debate necesario sobre laauténtica naturaleza de nuestras democracia.