Si tu primer amigo fue un Commodore 64, si veías el mundo en 8 bits,si por las noches soñabas con piezas geométricas cayendo del cielo, si tú eras de Ken y tus amigos de Ryu, entonces seguro que jugaste avideojuegos en los 80. Perteneces a aquella generación que tuvo quepelearse por el único mando de la consola con tres personas más, quereservaba la siguiente partida con una moneda de cinco duros, y quemerendaba un bocata de nocilla mientras cargaba un juego en casete ensu Spectrum. Aquella generación que cada noche prometía a sus padres«Una partida más y me acuesto».Para esa generación, éste es el libroindispensable que nos hará recordar una y otra vez aquellas tardes enlas que nos convertimos en luchadores callejeros, pilotos de navesespaciales o guerreros en universos de fantasía.