La idea de que los cristianos están llamados a orar no es nueva. Sinembargo, muchos de ellos sienten cada vez más dificultad en encontrarun modo de oración profunda que les conduzca a la experiencia de lacomunión con Dios, lejos de distracciones superficiales ysubjetivismos.
En una época en que, tal vez por desconocimiento, muchas personasbuscan en Oriente formas importadas de oración, cobra renovadavigencia el camino trazado por Jesús, la Iglesia apostólica y losPadres del desierto, y seguido por innumerables creyentes a lo largode la historia.
La meditación cristiana se revela así como un método sencillo y unadisciplina adecuada para los hombres y mujeres de hoy.