En este nuevo libro viajero, Javier Reverte recorre la China denuestros días de este a oeste, de norte a sur y de oeste a este, en un largo periplo que se inicia en Pekín y concluye en Shanghái.El autor, «mochilero por gusto», utiliza trenes, autobuses, aviones y barcos,en un viaje en el que se asoma, entre otros lugares, al Tíbet, alnacimiento, el curso y la desembocadura del río Yangtsé y a la aldeadonde nació Mao Tsé Tung.Como es su costumbre, Reverte se adentra enpáginas de la historia del país cuando estas le parecen emocionantes o interesantes. Y su particular mirada serena, tierna y perpleja anteel mundo impregna constantemente las páginas de este relato.La Chinade hoy constituye el paisaje de Un verano chino: un retrato enocasiones duro de un país difícil cuyo futuro no es fácil de prever ycuyo pasado ha sido destruido casi por completo. Se trata, además, deun libro cargado de sentido del humor que nos hará reír a carcajadasen más de una ocasión.Reseña:«Reverte es, pues, un escritor de viajes que sólo quiere ser unviajero: no un historiador, no un antropólogo, no un esteta. Y enconsecuencia, sus libros gozan de una inmediatez, de una ligereza -deun humor-, que si bien no prescinden del dato histórico, que si bienno obvian la realidad política y social, tampoco ahogan su escrituracon una erudición perjudicial y redundante.»Manuel Gregorio González, Diario de Cádiz
En este nuevo libro viajero, Javier Reverte recorre la China denuestros días de este a oeste, de norte a sur y de oeste a este, en un largo periplo que se inicia en Pekín y concluye en Shanghái.El autor, «mochilero por gusto», utiliza trenes, autobuses, aviones y barcos,en un viaje en el que se asoma, entre otros lugares, al Tíbet, alnacimiento, el curso y la desembocadura del río Yangtsé y a la aldeadonde nació Mao Tsé Tung.Como es su costumbre, Reverte se adentra enpáginas de la historia del país cuando estas le parecen emocionantes o interesantes. Y su particular mirada serena, tierna y perpleja anteel mundo impregna constantemente las páginas de este relato.La Chinade hoy constituye el paisaje de Un verano chino: un retrato enocasiones duro de un país difícil cuyo futuro no es fácil de prever ycuyo pasado ha sido destruido casi por completo. Se trata, además, deun libro cargado de sentido del humor que nos hará reír a carcajadasen más de una ocasión.Reseña:
«Reverte es, pues, un escritor de viajes que sólo quiere ser unviajero: no un historiador, no un antropólogo, no un esteta. Y enconsecuencia, sus libros gozan de una inmediatez, de una ligereza -deun humor-, que si bien no prescinden del dato histórico, que si bienno obvian la realidad política y social, tampoco ahogan su escrituracon una erudición perjudicial y redundante.»
Manuel Gregorio González, Diario de Cádiz