La sensación de vivir en un campo de concentración planetario tiene su máxima realidad en la metrópoli. Ante una devastación total de lasformas-de-vida, el eco que no deja de resonar en nuestro interior es:¿a dónde huir? Habitar plenamente, arrancar territorios a la gestiónmundial capitalista, construir comunas son los gestos revolucionariosde quien ha dejado de esperar, de quien no cree en las «soluciones»del urbanismo y otras ciencias de gobierno, porque sabe que lageneración de mundos no es un problema, sino una necesidad vital quese asume o se delega al opresor. Constituirnos en fuerza históricaautónoma va de la mano de la destitución del estado de cosas presente, y viceversa.