Desde su celda, un condenado a muerte comparte con el lector, hora por hora, minuto a minuto, los últimos momentos de su vida. Para aliviarsu intolerable espera, escribe sobre sus vanas esperanzas de serindultado, su último viaje en furgón o su miedo a enfrentarse a lamultitud en la plaza de ejecuciones, pero también sobre el recuerdo de sus últimos paseos por París o la sonrisa de su hija Marie. A travésde sus palabras, el condenado anónimo y sin rostro no tarda enconvertirse en un hombre de carne y hueso.
Publicado en 1829, Último día de un condenado a muerte es unconmovedor alegato contra la pena capital, que Victor Hugo escribióensu lucha por la abolición de las ejecuciones judiciales, convertidasen espectáculo público en Francia tras la Revolución de 1793.