Mitch nunca ha sido muy religioso. Aunque educado en el seno de unacomunidad judía, el hecho religioso siempre ha resultado algosecundario para él. Por eso queda muy sorprendido cuando eloctogenario rabino de su comunidad le pide que, cuando llegue su hora, sea él quien pronuncie su discurso fúnebre. Esta propuesta inesperada da pie a repetidos encuentros entre el ya cuarentón Mitch y el viejorabino que ve que la hora de su muerte no puede estar muy lejos, asíes como, al filo de las conversaciones, Mitch vuelve a entrar encontacto con la religión y empieza a replantearse su propiaespiritualidad. Paralelamente, vamos descubriendo la historia deHenry, criado en un ambiente hostil que un poco tiempo toma el caminode la delincuencia y la drogadicción. Años más tarde, tras pasar porla cárcel y estar a punto de ser asesinado, Henry se ha convertido enotra persona siempre dispuesta a ayudar a los demás en la pequeñacomunidad que ha creado.