SOROR. MUJERES EN ROMA

SOROR. MUJERES EN ROMA

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$45.251
$36.201
IVA incluido
Importado Despacho 12 a 20 días hábiles
Editorial:
DESPERTA FERRO
Año de edición:
ISBN:
978-84-122213-3-6
Páginas:
296
Encuadernación:
Rústica
Idioma:
Castellano
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«Te esperaré, hermana», escribió, de su puño y letra, Claudia Severa a su amigaSulpicia Lepidina, en la invitación a la celebración de su cumpleañosen un fuerteperdido junto al muro de Adriano. Son los suyos dos nombres de losmuchos que mencionará este libro. Nombres de esclavas o deemperatrices, de niñas o deancianas, de trabajadoras o de sacerdotisas, célebres algunos, perocasi desconocidosla mayoría. Las mujeres romanas, como cualquier mujer en cualquiersociedad,tenían diferentes formas de vivir, pensar y sentir. No existe la«mujer romana»,existen muchas formas de ser mujer en Roma. Una campesina de Hispanianotenía las mismas preocupaciones vitales que una rica matrona romana,pero algunaslíneas las unían a todas: los peligros del parto, el sometimiento a la legislación, lavisión masculina, las normas morales y sociales que las constreñían?No sabemosdemasiado sobre ellas, a menudo poco más que un nombre sobre unadesgastadalápida, no recibieron un enternecedor poema a su muerte ni tuvieronunavida épica o heroica. Pero merecen ser nombradas, volver a ocupar unhueco enuna historia ?esa historia de batallas y de generales escrita por losautores clásicos,hombres? de la que fueron expulsadas y de la que nunca, con todaprobabilidad, sesintieron parte. Merece la pena recordarlas, aunque sea durante losbreves segundosque pasamos la vista por sus nombres para olvidarlos después. Merecela pena volvera poner por escrito los nombres de esas mujeres que no cambiarían lahistoria nidesafiarían los roles de genero ni fueron grandes reinas o guerreras,pero si fueronmadres, hijas, hermanas, amigas o amantes que alguien recordó conternura. Ellasson mucho más historia, en realidad, que Cleopatra o César, aunquesobre elloscorran ríos de tinta.

«Te esperaré, hermana», escribió, de su puño y letra, Claudia Severa a su amigaSulpicia Lepidina, en la invitación a la celebración de su cumpleañosen un fuerteperdido junto al muro de Adriano. Son los suyos dos nombres de losmuchos que mencionará este libro. Nombres de esclavas o deemperatrices, de niñas o deancianas, de trabajadoras o de sacerdotisas, célebres algunos, perocasi desconocidosla mayoría. Las mujeres romanas, como cualquier mujer en cualquiersociedad,tenían diferentes formas de vivir, pensar y sentir. No existe la«mujer romana»,existen muchas formas de ser mujer en Roma. Una campesina de Hispanianotenía las mismas preocupaciones vitales que una rica matrona romana,pero algunaslíneas las unían a todas: los peligros del parto, el sometimiento a la legislación, lavisión masculina, las normas morales y sociales que las constreñían?No sabemosdemasiado sobre ellas, a menudo poco más que un nombre sobre unadesgastadalápida, no recibieron un enternecedor poema a su muerte ni tuvieronunavida épica o heroica. Pero merecen ser nombradas, volver a ocupar unhueco enuna historia ?esa historia de batallas y de generales escrita por losautores clásicos,hombres? de la que fueron expulsadas y de la que nunca, con todaprobabilidad, sesintieron parte. Merece la pena recordarlas, aunque sea durante losbreves segundosque pasamos la vista por sus nombres para olvidarlos después. Merecela pena volvera poner por escrito los nombres de esas mujeres que no cambiarían lahistoria nidesafiarían los roles de genero ni fueron grandes reinas o guerreras,pero si fueronmadres, hijas, hermanas, amigas o amantes que alguien recordó conternura. Ellasson mucho más historia, en realidad, que Cleopatra o César, aunquesobre elloscorran ríos de tinta.