Me pregunto: ¿Tendrá todavía destino la literatura, en este mundodonde todos los niños de cinco años son ingenieros electrónicos? Yquisiera responderme: Quizá el modo de vida de nuestro tiempo noresulte demasiado bueno para la gente, ni para la naturaleza, pero essin duda muy bueno para la industria farmacéutica. ¿Por qué no podríaser también muy bueno para la industria literaria? Todo depende delproducto que se ofrezca, que ha de ser tranquilizante como el valium y brilloso y light como un show de la tele: que ayude a no pensar conriesgo ni a sentir con locura, que evite los sueños peligrosos y quesobre todo evite la tentación de vivirlos. Pero ocurre que ésa esexactamente la literatura que no soy capaz de escribir ni de leer.