Desde muy temprana edad, Hermann Hesse estuvo fascinado por la figurade san Francisco de Asís. De alguna forma, fue un pariente, un faro yun amigo en la distancia. Le asombraron su determinación y suconducta. Que no hiciera nada a medias y que no predicara nada «que él mismo no cumpliera a diario, de modo que su ejemplo sostenía suenseñanza y la respaldaba». Es decir, admiraba una ética, que noestaba reñida con la belleza y con el ansia de armonía.
Este amor se puede rastrear en otras obras de Hesse: Narciso yGoldmundo, El lobo estepario e incluso Demian. En sus páginas sedescubre la sombra tutelar de su santo predilecto como un modelo deconducta, como la medida de la excelencia humana. Conocemos esasnovelas, pero lo que no conocíamos era este maravilloso libro dedicado íntegramente al santo. Inédito hasta hoy en español, es al mismotiempo una biografía y un sostenido hallazgo literario. Con unaescritura que se mece entre la leyenda, la fábula y el ensayo, es unintento espléndidamente logrado de «hacer hablar de nuevo a un testigo largamente enmudecido de los tiempos antiguos». Escrito desde ladevoción y la admiración, el resultado es un texto tan sorprendentecomo conmovedor.