Todos los amigos de Mía tienen un animal con quien jugar, a quiencuidar y dar achuchones, menos ella. Mía desea un gato más que nada en el mundo, pero, a pesar de su insistencia, sus padres se niegan enrotundo con argumentos como: «Arañan, ensucian, maúllan, lo llenantodo de pelos..., íni pensarlo!».Un día se cansa de rogar y pasa a la acción. Se disfraza de gato yactúa como un gato desde la mañana hasta la noche: en casa, en elcolegio, en el restaurante... Esta situación deja de ser divertidacuando los vecinos empiezan a quejarse: la gata Mía, subida en latapia del jardín, no para de maullar a la Luna. ¿Encontrarán lospadres de Mía una solución a este problema bestial?Una historia exultante, escrita e ilustrada con la gracia, labrillantez y la frescura de Tony Ross, maestro de la fantasía y elhumor, capaz de crear personajes que despiertan simpatía desde lamisma cubierta.