Gordon Comstock es un poeta frustrado dispuesto a llevar sus idealeshasta las últimas consecuencias. Rechaza un lucrativo trabajo comopublicista para aceptar un humilde puesto en una destartalada librería de Londres que apenas le da para comer. Eso sí, le permite ser fiel a sus principios. Su firme determinación es alejarse de la seguridadsimbolizada por la flor de la aspidistra, presente en todas lasventanas de los hogares de clase media británicos y emblema de unaexistencia desahogada. Gordon prefiere pasar las noches temblando defrío en su habitación alquilada mientras intenta escribir, ensimismado en su sueño de noble pobreza. Pero la exclusión y la marginaciónacabarán por darle una importante lección de vida: «los principiosestán muy bien, siempre que no haya que ponerlos en práctica».«Literatura de primera. Comparable a Voltaire y a Swift.» The NewYorker
Gordon Comstock es un poeta frustrado dispuesto a llevar sus idealeshasta las últimas consecuencias. Rechaza un lucrativo trabajo comopublicista para aceptar un humilde puesto en una destartalada librería de Londres que apenas le da para comer. Eso sí, le permite ser fiel a sus principios. Su firme determinación es alejarse de la seguridadsimbolizada por la flor de la aspidistra, presente en todas lasventanas de los hogares de clase media británicos y emblema de unaexistencia desahogada. Gordon prefiere pasar las noches temblando defrío en su habitación alquilada mientras intenta escribir, ensimismado en su sueño de noble pobreza. Pero la exclusión y la marginaciónacabarán por darle una importante lección de vida: «los principiosestán muy bien, siempre que no haya que ponerlos en práctica».
«Literatura de primera. Comparable a Voltaire y a Swift.» The NewYorker