Cuando en mayo de 2010 el club más poderoso del planeta contrató alentrenador más famoso, el fútbol español vivía su apogeo histórico.España nunca había contado con tantos y tan buenos jugadores yentrenadores. Salvo por la brecha económica, el deporte parecíaatravesar un momento de felicidad.
Bajo la tranquila superficie de esas aguas, sin embargo, fluía unviolento deseo de desquite. El conflicto avanzaba silencioso hacia una crisis sin precedentes, hasta que por fin se produjo un estallido deinterrogantes de difícil respuesta cuyo protagonista se encargó deoscurecer en el límite de la parodia: '¿Por qué? ¿Por qué? ¿Porqué?...'
La contratación de José Mourinho por el Real Madrid desató una cadenade reacciones que cambiaría la sustancia misma de todos los elementosen juego. Cuando en mayo de 2013 el presidente madridista FlorentinoPérez anunció la rescisión del contrato con el mánager, el club máspoderoso semejaba un ejército agotado en medio del desierto, suarchirrival, el Barcelona, luchaba por reinventarse, y el propioMourinho, emborronado y envejecido, admitía su fracaso.