Con la única ayuda de la memoria, el narrador de esta novela emprendela tarea de explicarse a sí mismo acontecimientos de su niñez que ensu momento no supo entender. De esa forma, todo lo que le dejó huellapero no percibió porque parecía dictado por las reglas de la másestricta provisionalidad, se muestra ahora en sus diferentesdimensiones, incluidas aquellas que tal vez sólo imagina.Premoniciones, deudas inesperadas, equivocaciones, remordimientos,motivos de júbilo y deseos de reconciliación y de revancha salen a laluz y hallan acomodo, sin contradecirse, en ese territorio donde elrecuerdo de lo que fuimos se mezcla con la nostalgia de lo que yanunca seremos, donde pasados que no nos pertenecen amenazan concondicionar nuestro presente y donde los secretos que quisimosdesentrañar, cuando por fin se revelan, lejos de diluir la desazón que nos impulsó a investigar, contribuyen a confundirnos más.Historia de silencios en la que lo que no se dice tiene tantaimportancia como lo que se dice, París es un viaje nocturno, a vecesreflexivo y a veces extravagante y desolado, en busca de la línea desombra en la que los miedos habitan, pero es también, y por lo mismo,un periplo en pos del olvido, un recuento minucioso y esperanzado enel que las certezas pierden paulatinamente su razón de ser y sonsustituidas, como si de un sueño se tratara, por el vacío del tiempo.