OONA Y SALINGER

OONA Y SALINGER

$38.022
IVA incluido
Sujeto Disponibilidad de Proveedor
Editorial:
(207) ANAGRAMA
Año de edición:
Temática
Contemporanea
ISBN:
978-84-339-7945-2
Páginas:
296
Encuadernación:
Rústica
Idioma:
Castellano
Peso:
520
Dimensiones:
210x140
$38.022
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Nueva York, 1940. J. D. Salinger es un chico larguirucho de veintiúnaños. Escribe relatos e intenta que se los publiquen las revistasliterarias del momento. Oona O?Neill tiene quince años y es hija delgran dramaturgo Eugene O?Neill. Es tremendamente bella y se codea conlo más granado de la sociedad neoyorquina. Oona y Salinger se conoceny salen durante un tiempo. Pero al cabo de dos años, tras el bombardeo de Pearl Harbor, Salinger se alista en el ejército y se separan. Élparticipa en el desembarco de Normandía y ella se casa en 1943 conCharles Chaplin, con quien permanecerá hasta la muerte de él, en 1977, y tendrá ocho hijos. Salinger escribe a Oona cartas que nunca hansalido a la luz. Hasta aquí los hechos conocidos. Pero FrédéricBeigbeder, fascinado por los protagonistas de este relatointerrumpido, decide contarnos la historia entera. Rellena los huecos, recrea lugares y ambientes, fabula diálogos. Incluso reescribe lascartas de los amantes e imagina un último encuentro fugaz, al cabo decuarenta años, en Grand Central Station. En un inteligente ejerciciode historia ficción, o de faction, como lo llama él, consigueconmovernos con la historia de amor y desamor de dos personajes queterminaron teniendo su papel en la historia del siglo XX. Y, por elcamino, el autor nos habla del Nueva York de los años cuarenta, de laSegunda Guerra Mundial, de cine, de literatura. Y da voz a TrumanCapote, Ernest Hemingway o Charlie Chaplin, entre otros. Y escribetambién, cómo no, sobre sí mismo. Sobre su obsesión por seguir siendojoven a pesar de la edad, su admiración por el autor de El guardiánentre el centeno y su amor platónico por Oona, sobre su condición deescritor. Y hasta sobre su romance con su actual esposa, veinticincoaños más joven que él, que quiere ver como un reflejo de la relaciónentre Chaplin y Oona O?Neill, o entre Salinger y sus jóvenes amantes.Socarrón, como siempre, Beigbeder salpimenta el conjunto con susacostumbradas píldoras de sabiduría vital: «La vejez es cuandoempiezas a tener tiempo para interesarte por los nombres de lospájaros.»

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