Huérfana y abandonada, educada en un reformatorio, sólo la adopciónpor don Santiago, rector de la Universidad, consiguió salvar a Natacha de aquel lugar que recuerda con horror. Sin embargo, ahora es laprimera mujer doctora en Pedagogía de España, y acepta con alegría lapropuesta de transformar aquella cárcel en un sitio de alegría.