¿Cómo se lee una novela? ¿Es necesario justificar el disfrute de sulectura? Es más: ¿La manera de leer novelas depende de cómo sedisfrutan? La historia de la novela, de Cervantes a Kazuo Ishiguro,viaja del desprestigio a la canonización, hasta su abuso como modelo o suma de los géneros literarios. Su justificación ha venido, unasveces, por el placer ?para Madame de Staël, las novelas, por encima de virtudes coronadas y vicios posibles, debían divertir?, otras, porlas enseñanzas que nos depara su lectura ?para Pierre-Daniel Huet lafinalidad principal de las novelas, en cambio, debía ser la educaciónde los lectores?. Todos lanzan la moneda al aire, y quieren hacerlacaer de un solo lado. ¿Cómo definir la novela, entonces? ¿Estácondenada a un escamoteo por parte de la historia literaria, lacrítica, la filosofía, las reseñas o los lectores utilitarios, como lo hizo el mayordomo Stevens interpelado por la señorita Kenton, en Losrestos del día? Las clasificaciones de editoriales y librerías, o lacrítica reduccionista no pueden pretender totalizar el sentido de lanovela, que siempre va más allá de lo que meramente cuenta o prometecontar. Leonardo Valencia nos ofrece estas bellas consideracionessobre la novela y el verdadero papel de la crítica literaria, queplantan cara a la mediocridad estética, ideológica y comercialimperante.