Los niños conviven con los anuncios desde su infancia. Son capaces dereconocer una marca y llamarla por su nombre mucho antes de aprender a leer. La publicidad es un fenómeno cotidiano y familiar. Y eso,precisamente, lo convierte en un riesgo. Podemos llegar a pensar quelos niños entienden la publicidad de una manera similar a como lainterpretamos los adultos, pero no es así. Los menores sonespecialmente vulnerables a causa de su inmadurez, y los padres debenser conscientes de que la publicidad, por la peculiaridad de sumensaje (persuasivo) puede alterar el sano desarrollo de supersonalidad, de sus hábitos de vida o, incluso, de la forma quetienen de entender ciertos valores de nuestro mundo. Se aborda lanormativa, jurídica y deontológica, que regula la comunicaciónpublicitaria dirigida a los niños desde puntos de vista: comoconsumidor, como creador de contenidos y como actor o modelo de losanuncios