Hace años se hablaba de que íbamos camino de la sociedad del ocio, yya estamos. Solamente se piensa en nuestros jóvenes para hacerlosfelices en un McDonalds, venderles el último modelo de móvil cada año, lo último en pantalones viejos, el espectacular videojuego ante elque pueden pasar el tiempo ametrallando a cualquier enemigo que seponga delante, o, claro, también quedan guapos de camareros a tiempoparcial, cómo no... Así se pierden algunos por el camino.
De eso trata Mambrú se va a la guerra.