La mala educación nos hizo buenas para los demás. Ahora toca serlopara nosotras.Buenas esposas, concubinas, amantes, hijas, madres. Siglos de (mala)educación han insistido en formar a las mujeres como buenasservidoras, siempre al servicio de otro. Incluso cuando la escuelaestaba fuera de su alcance, estas enseñanzas inorgánicas se repetíanhasta convertirse en un sustrato permanente que todavía a día de hoyimpulsa a las mujeres a cumplir miles de mandatos.Esto es lo que sostiene María Florencia Freijo en (Mal) Educadas: quelas mujeres han sido y aún son preparadas, tanto desde la educaciónformal como la informal, para amar sin condiciones a riesgo dequedarse solas, para limitar su propio poder y para ceder sus espacios y libertades. Con una aguda mirada histórica y una escritura lúcida y personal, la autora encuentra en esta mala educación el hilo que haunido durante siglos, y aún sigue uniendo, los destinos de muchísimasmujeres que siempre merecieron más.