Más allá del recuerdo nostálgico, Diski afronta este texto como unajuste de cuentas con los ideales y los comportamientos de la época.Para la autora, más que un periodo de revolución hacia un mundo mejor, los sesenta fueron el germen de la sociedad corrupta, individualistay desigual que emergió en los años ochenta: la contracultura fue, enel fondo, un movimiento errático que reforzó al poder establecido envez de cuestionarlo. Con la máxima objetividad posible, y con unestilo preciso y esclarecedor, Diski consigue darle la vuelta a lossesenta como si fueran un calcetín, y logra aportar así unaperspectiva tan provocadora como lúcida de un tiempo que, a diferencia de lo que nos han contado, no fue tan maravilloso como parece.