En el hospicio de la ciudad de A Coruña, en 1803, la vida de los niños transcurría entre penurias y hambre. Ninguno de ellos se podíaimaginar cómo iban a cambiar sus vidas a la llegada de la expedicióndel rey Carlos IV, encabezada por el doctor Balmis, que pretendíallevar la vacuna de la viruela a América. Ellos serían los encargadosde transportarla en su propio cuerpo. Aquel imprevisible viaje era suúnica escapatoria a un futuro incierto, pero no todos serían elegidos. El tiempo ha sepultado la historia de estos niños y de una de las másgrandes gestas de la medicina. Recuperar esa memoria es el mejoragradecimiento.
En el hospicio de la ciudad de A Coruña, en 1803, la vida de los niños transcurría entre penurias y hambre. Ninguno de ellos se podíaimaginar cómo iban a cambiar sus vidas a la llegada de la expedicióndel rey Carlos IV, encabezada por el doctor Balmis, que pretendíallevar la vacuna de la viruela a América. Ellos serían los encargadosde transportarla en su propio cuerpo. Aquel imprevisible viaje era suúnica escapatoria a un futuro incierto, pero no todos serían elegidos.
El tiempo ha sepultado la historia de estos niños y de una de las másgrandes gestas de la medicina. Recuperar esa memoria es el mejoragradecimiento.