Según la mitología, el primer ateniense, Erictonio, pertenecía a unaestirpe divina: en la noche de los tiempos, el fogoso Hefesto habíaperseguido a Atenea, pero como ella consiguió rechazarlo, el espermase deslizó por su hermosa pierna hasta caer en la tierra de la quebrotó Erictonio. ¿Por qué, entonces, llevaba la ciudad el nombre de la diosa? ¿Prefirieron los antiguos atenienses el reconocimiento de unamadre que el de un padre? ¿Y armonizaba este patronazgo simbólico conel papel real que ocupaban las mujeres en la ciudad del períodoclásico? En estos ensayos, Nicole Loraux nos invita a releer el mitofundacional de la cuna de la cultura de Occidente para mostrarnos cómo dialogaba el orden mitológico con el imaginario político de losatenienses, y hasta qué punto la legitimación del poder de los hombres y la exclusión de las mujeres de los círculos de poder atestiguaba el temor de los hijos de Atenea a «la raza de las mujeres», un miedo tan ancestral como persistente.