No deja de parecer una ironía que las llamadas historias generales ouniversales de la filosofía prescindan generalmente del pensamientooriental y empiecen con Grecia.
Pero independientemente del hecho de que la historia de la cultura nose reduce a la historia de la cultura occidental, sino que debecomprender también las otras grandes culturas, hay una razón poderosapara considerar pedagógica y vitalmente importante el estudio delpensamiento oriental, y muy en particular del antiguo. Karl Jaspersdefendió su conocida tesis del «tiempo-eje», partiendo del dato,empíricamente constatable, de que hacia el año 500 antes de Cristo, o, por fijar un margen más amplio, entre los años 800 y 200 antes denuestra era, tuvo lugar, tanto en Occidente como en Asia, un profundoproceso o fermento espiritual, en virtud del cual el hombre vivió porprimera vez la situación límite de enfrentarse a fondo yreflexivamente consigo mismo y con el destino, preguntándose por elsentido del mundo y de la vida.
En esa época se constituyen las categorías fundamentales con lascuales aún pensamos, y se inician las religiones mundiales de las quetodavía viven los hombres. En todos los sentidos se pone el pie en louniversal.
Como señala Jaspers, se trata de un fenómeno verdaderamente universal, transcultural y hasta pudiera decirse global, si no fuese porque notiene su origen en la acción de los gobiernos o las multinacionales,ni en el mandato de ninguna sola Iglesia, sino en la desnuda palabrade unos cuantos individuos.