Las manos pequeñas se encuadra en esa selecta nómina a la quepertenecen Los chicos terribles de Cocteau o El señor de las moscas de William Golding, retratos sin complacencias de la infancia,conmovedores e inquietantes por igual. Marina, de siete años, reciéningresada en un orfanato tras la muerte accidental de sus padres, seconvertirá para todas sus compañeras en la admirada y la excluida, en la pauta que permitirá medir la vida que no se ha tenido y en elfinal del paraíso de la ingenuidad. Como en la vida, el dolor de amarlo que no se comprende se solapa al sufrimiento de no pertenecer algrupo, hasta que la imaginación crea estrategias para sobreponerse ala realidad e inventa el juego. Un juego que sólo podrá ser jugadoseriamente, con la violencia con la que sólo se juega en la infancia.