En 1988, Adrián Miranda Gil, un chapero drogodependiente,fue condenado a 29 años de prisión por el brutal asesinato deDiego Jiménez Darias, asesor de un importante dirigente políticoregional. En 2011, tras cumplir más de veinte años de condena,Adrián afronta la libertad condicional como un presomodelo, desintoxicado y centrado en su rehabilitación. Pero, ensecreto, ya ha comenzado a urdir su venganza. No tardará endescubrir que su acusación y condena no son fruto de un meroerror judicial, sino parte de una conspiración en la que él haservido como cabeza de turco.Poco a poco, con minuciosa crueldad, Miranda irá adentrándoseen el laberinto de mentiras urdidas por los conspiradores,con el firme propósito de cavar una tumba para cada uno deellos.«He disfrutado verdaderamente la lectura de esta novelanegra-negra,seca y sin concesiones, cargada de la solidez más clásica del género.Una trama sin fisuras y, sobre todo, un personaje principalabsorbente:ambiguo, oscuro, ingenuo a su manera, un inocente acostumbrado asobrevivir en las peores alcantarillas.»FERNANDO MARIAS
En 1988, Adrián Miranda Gil, un chapero drogodependiente,fue condenado a 29 años de prisión por el brutal asesinato deDiego Jiménez Darias, asesor de un importante dirigente políticoregional. En 2011, tras cumplir más de veinte años de condena,Adrián afronta la libertad condicional como un presomodelo, desintoxicado y centrado en su rehabilitación. Pero, ensecreto, ya ha comenzado a urdir su venganza. No tardará endescubrir que su acusación y condena no son fruto de un meroerror judicial, sino parte de una conspiración en la que él haservido como cabeza de turco.Poco a poco, con minuciosa crueldad, Miranda irá adentrándoseen el laberinto de mentiras urdidas por los conspiradores,con el firme propósito de cavar una tumba para cada uno deellos.«He disfrutado verdaderamente la lectura de esta novelanegra-negra,seca y sin concesiones, cargada de la solidez más clásica del género.Una trama sin fisuras y, sobre todo, un personaje principalabsorbente:ambiguo, oscuro, ingenuo a su manera, un inocente acostumbrado asobrevivir en las peores alcantarillas.»FERNANDO MARIAS