Gijón, madrugada del 19 de abril de 1976. Un incendio en el Campo delas Monjas se salda con la aparición del cadáver de un hombresemidesnudo cuyo cuerpo presenta múltiples heridas de apuñalamiento.El crimen conmociona al viejo barrio de pescadores de Cimadevilla,donde el difunto era una figura verdaderamente popular, y se convierte en el punto de arranque de un enigma que permanecerá grabado a fuegoen el subconsciente de los vecinos. La fría estadística dirá que esanoche se registró el asesinato de Alberto Alonso Blanco. En elimaginario popular, la fecha pasará a la historia como el día en quemataron a Rambal. ¿Quién fue el culpable? La pregunta, aún sin respuesta, llevaplaneando desde entonces sobre un Gijón que convirtió pronto la figura del desdichado protagonista de esta historia en una especie de mito.Las primeras investigaciones policiales, los interrogatoriosinfructuosos, los pasos en falso, la aparición de un enigmático jovenal que nadie supo identificar y la convicción generalizada de queintereses ocultos y nunca confesados impedían que se arrestase a loscriminales terminaron tejiendo alrededor de la memoria de Rambal unaleyenda que se ha hecho recurrente a la hora de explicar la vertientemás íntima de una ciudad acostumbrada a reinventarse. Un relatosugerente e inconcluso en torno a un hombre que vivió con alegría ymurió de la peor forma posible cuando el mundo al que pertenecíaempezaba a desaparecer.