«La playa de los ahogados es honda y humana... Perdonen que no eviteempujar hacia su lectura!»
Pilar Castro, El Cultural, El Mundo
Una mañana, el cadáver de un marinero es arrastrado por la marea hasta la orilla de una playa gallega. Si no tuviese las manos atadas, Justo Castelo sería otro de los hijos del mar que encontró su tumba entrelas aguas mientras faenaba. Sin testigos ni rastro de la embarcacióndel fallecido, el lacónico inspector Leo Caldas se sumerge en elambiente marinero del pueblo, tratando de esclarecer el crimen entrehombres y mujeres que se resisten a desvelar sus sospechas y que,cuando se deciden a hablar, apuntan en una dirección demasiadoinsólita. Un asunto brumoso para Caldas, que atraviesa días difíciles: el único hermano de su padre está gravemente enfermo y sucolaboración radiofónica en Onda Vigo se está volviendo insoportable.Tampoco facilita las cosas el carácter impulsivo de Rafael Estévez, su ayudante aragonés, que no acaba de adaptarse a la forma de ser delinspector.