A papá nunca le había gustado la velocidad. Sin embargo leapa-sionaba el aire fresco en la cara y los olores que se leintroducían por todos los huecos del casco de la moto. Por eso, encuanto que mamá le dio permiso, se fue al concesionario y se compró la moto de sus sueños. Una Harley-Davidson nuevecita y reluciente. Asícomienza La moto de papá.