La sociedad occidental moderna ha hecho de la ", democracia ", basada en la ", soberanía del pueblo ", la clave de bóveda de su sistema político. Fueron los Estados Unidos nacidos de la Guerrade Secesión quienes dieron la pauta para esta forma de gobierno «delpueblo, por el pueblo y para el pueblo» cuyo concepto ha acabadoimponiéndose. Sin embargo, en las democracias actuales (apunta elprestigioso historiador Emilio Gentile en este combativo libro), el", pueblo soberano ", no es más que una comparsa queinterviene, muy encauzada, tan sólo en el momento del voto,observación no por redundante menos necesaria. En realidad prevalecenlas oligarquías de gobierno y de partido, la corrupción de la clasepolítica, la demagogia de los líderes, la apatía de los ciudadanos, la manipulación de la opinión pública, la degradación de la culturapolítica y de los anuncios. La ", democracia ", está enferma.¿O no? ¿Y si todos estos rasgos perversos de las democracias (sepregunta el autor) no fueran contingentes, sino congénitos?