La máscara del mono es una experiencia única. Es poesía. Es una novela negra. Es donde el arte más elevado se encuentra con la baja vida yla poesía se enfrenta a la profanidad en las calles de una ciudadmoderna y áspera. «Estoy en Sydney. Cada vez que entro en una librería me llama la atención la última novela en verso de Dorothy Porter,titulada El Dorado. Es finalista de un gran premio literario. Meconfesó que le hacía ilusión, aunque tiene toda clase de premios comopoeta y como novelista. Sé que estoy siendo injusto: me encantan suspoemas, pero sigo arrugando la nariz ante esa especie de engendro, degénero híbrido en el que no creo demasiado. Pero el talento de Dorothy derrota mis prejuicios absurdos. Convencido de que ella es incapaz de hacer una payasada, compro La máscara del mono, novela que la lanzóal estrellato. La leo de un tirón. Milagro. Funciona. Dorothy tieneuna capacidad asombrosa para describir con breves poemas sueltosdiferentes estados de ánimo, alcanzar momentos de gran intensidaderótica, presentarnos la brutalidad y el dolor del crimen, establecerla voz de la protagonista y narradora con una solvencia estimable,describir un contexto social, como es obligado en toda novela negra.Bingo, caramba. Lo primero que hago al regresar a Barcelona es iniciar una campaña bajo el título: "El pesado de Enrique se ha empeñado enque alguien publique a esta australiana rara que escribe novelas enverso". Es cierto que puedo llegar a ser muy insistente, pero laPorter lo vale. Es buena.»Del prólogo de Enrique de Hériz.