MINGUEZ, VICTOR / MÍNGUEZ CORNELLES, VÍCTOR MANUEL
Todo proceso de fabricación de la imagen pública de un monarcaconlleva inevitablemente la manipulación y transformación iconográfica del hombre concreto en el que recae la corona. En la Edad Moderna,las artes y la literatura se aliaron en cada ocasión al servicio de la propaganda y del prestigio del linaje al que pertenecía el nuevo rey, pero probablemente nunca la construcción visual y simbólica fue másdesmesurada que con el último Habsburgo hispano, Carlos II(1661-1700). La muerte de su padre, el Rey Planeta, cuando el príncipe sólo tenía cuatro años, sus enormes debilidades físicas y mentales, y la decadencia imparable de un imperio en permanente crisis, llevarona la reina regente, así como a los sucesivos validos y consejeros,artistas y pedagogos, a convertirlo en un rey escondido que apenasabandonó la corte, sustituido en todos los escenarios por su imagenartística. Rodeados de elementos alegóricos, mitológicos, heráldicos,astronómicos, emblemáticos y especialmente dinásticos, los retratos ylas representaciones del enfermo y frágil Carlos, realizados entreotros por Luca Giordano, Sebastián de Herrera Barnuevo, Juan Carreño,Francisco Rizi, Juan de Valdés Leal o Claudio Coello, dan lugar a unade las construcciones icónicas mas deslumbrantes de la cultura delBarroco áulico, y en ella alcanzan su plenitud muchos de los discursos apologéticos y visuales de la casa de Austria, como Hércules,Salomón, el Sol, el retrato ecuestre, La Pietas Austriaca, el Toisónde Oro y otros muchos. Descifrar adecuadamente estas hipótesisretóricas permite entender la imagen simbólica de la MonarquíaHispánica durante el Siglo de Oro, una imagen que funcionó con graneficacia pues el espejismo se prolongó durante décadas, y el reyinventado mantuvo prácticamente intacto el imperio durante treinta ytres años. Tan sólo su muerte sin descendencia puso por fin enevidencia el artificio.