?Como un perro lazarillo al final del invierno y ahora que lasbarandillas y los bancos de piedra no están congelados, ni los demadera hundidos en la húmeda neblina nocturna, me relegan, y meretraigo como la carne quemada se retuerce antes de hacerse ceniza ypolvo, en una sucesión de curvas débiles e irregulares, próximas a ladestrucción de sus facciones hundidas. Caigo. Como un muerto ladro, muda, el silencio de los otros que no mecabe ya dentro y he de expulsarlo lamiéndome mi propia otredad,acaparando los sentidos que no son sino graznidos estertóricos de lagran ave muerta que ha regresado al no lugar y se regodea en su propia ausencia.?Marina Gay Ylla